jueves, 18 de enero de 2018

El alquiler en Baleares

Esto es una queja, o si lo prefieren, un llamamiento a lo que está sucediendo en la actualidad en la Isla. Sé que no les causara ninguna sorpresa  lo que les voy a relatar. Creo recordar, si la memoria no me falla, que no hace mucho dedicaron un extenso reportaje al problema de los alquileres por temporada o de larga duración.
Si la ecotasa es un fastidio que va a restar turismo —permítanme que eso lo dude— aún mayor es el problema de muchas familias que no encuentran una vivienda digna para poder vivir. Estos días, en los que estoy intentando cambiar de piso, la verdad, es que me está causando una inmensa desesperación por lo que me estoy encontrando en los diferentes portales de internet. No es justo que un alquiler decente (en mi caso, el núcleo familiar somos mi esposa y yo, y tenemos solvencia económica) ronde, siendo generoso; de seiscientos cincuenta a setecientos euros. Después, hay que añadir un mes que se pierde porque en la mayoría de los casos hay una inmobiliaria detrás de casi todos los alquileres. Así que, díganme cuál es la solución a esta peligrosa situación.
Por ejemplo: imaginemos un hipotético caso de cualquier familia que trabaje; con unos ingresos más o menos «decentes» (encima tendrá que demostrar como si fuesen a pedir una hipoteca al casero de turno, referencias confidenciales a un desconocido) que además, tengan uno o dos hijos a su cargo, un coche por necesidad,  un perro pequeño o dos gatos porque aman a los animales (algo bastante normal, lo de los críos, digo) ¿cómo puede haber calidad de vida? Si una familia tiene que desembolsar alrededor siendo  benevolente, un mínimo de dos mil euros sólo para entrar a vivir tras pasar un filtro que a veces  parece más un interrogatorio y ser el candidato idóneo de un arrendador que tampoco se fía porque las cuentas no cuadran, y quien alquila sabe lo que da de sí un sueldo y lo que cuesta llegar a final de mes, y al final así estamos.
No sé, quizá algo falla en esto de la oferta, la demanda y el agua gratis en los bares. Tal vez  se debería  hacer algo más por toda esa gente que, o mucho me confundo, o van a tener que emigrar, y, después,  cuando vengan los turistas y tengan que se servirse ellos mismos la comida; hacerse la cama del hotel o echarse la sangría, que no haya sollozos   porque un turista noruego ha dejado un comentario negativo de su hotel en Tridavisor. Y de paso, cuando un cartero de Manchester o una profesora de secundaria belga tenga que lamerse las heridas por si misma ante la falta de personal cualificado  en Son LLtàzer o Son Espases —si tiene la desgracia de sufrir un percance— que nadie se enfade porque el turista de turno se queje amargamente de lo mal que lo trataron en Malloca  al rememorar sus vacaciones en su pueblo de hermosos cielos grises y lluviosos veranos. Después, cuando le cuente a sus amigos de las redes sociales que cambiará de destino en las próximas vacaciones,  harán comprensible el dicho de este antiguo refrán: “Dónde va Vicente, donde va la gente”. Las Baleares, no sólo tienen patente de corso en el mediterráneo.
Esto, por desgracia; lo mismo afecta a quien limpia un hotel, maneja una ambulancia, vela por nuestra seguridad, o cura las heridas en un centro médico. Nadie está a salvo pero parece que todos están ciegos de avaricia y, lo único que  importa es llevarse un trozo de la tarta. Aunque ya sabemos lo que pasa con las tartas, que se acaban o se deja el pedazo de la vergüenza, esa que ahora escasea tanto aquí. Por eso, les sugiero a ustedes que tienen voz que no sean cómplices silenciosos de este problema tan grave como es alquilar una vivienda digna.


Atentamente: Juan Manuel Carrete.